El IMA, Instituto del Mundo Árabe, (L'Institut du Monde Arabe) fue
construido por Jean Nouvel en París a finales de los años 80.
Es importante saber
que Francia es el país europeo con mayor cantidad de habitantes islámicos y su
relación con el mundo árabe data de la Edad Media. Por ello, en 1980 se
estableció el Instituto del Mundo Árabe, un convenio entre 18 países árabes y
el gobierno francés para difundir los valores culturales, artísticos y
religiosos musulmanes en el país galo.
El proyecto del Instituto del Mundo Árabe fue parte de
un plan general de urbanismo llevado a capo por el Presidente François Miterrand,
quien a mediados de los años 80 quiso volver a colocar París en la
vanguardia cultural y artística mundial, tal y como lo había sido a finales del
siglo XIX, y para lo cual se hicieron una serie de obras públicas como el Centro Pompidou, el Parque de la Villete, la Ciudad de la Música, el Museo de Louvre, el Arco de la Defensa y la Biblioteca Nacional . Fue además el primer Instituto Árabe internacional
en el mundo.
En 1981 se convocó el concurso para desarrollar un
local para el instituto, resultando ganador el arquitecto Jean Nouvel con
Gilbert Lezenes & Pierre Sorai & Architecture Studio. La construcción
del inmueble comenzó en 1984 y el edificio fue inaugurado en 1987.
El edificio se emplaza en un terreno irregular de 16,894 m2 en la calle Rue des Fossés Saint , en la confluencia del Bulevar San Germain con el río Sena, junto al puente que conduce a la isla de San Luís y a un embarcadero.
Este área había sido tradicionalmente ocupado
por musulmanes.
Como escaparate del mundo de la cultura árabe en París, la arquitectura del
instituto debía tener en cuenta muchas relaciones dialécticas diversas: las
inherentes a su emplazamiento, frontera entre el tradicional tejido urbano
parisino –el faubourg Saint-Germain– y la destrenzada trama contemporánea de la
Université de Jussieu; las que unen y diferencian las culturas árabes y
occidentales; aquellas relacionadas con las nociones de historia y modernidad y
las relaciones más concretas vinculadas a las ideas de interioridad y apertura.
La problemática urbana se resolvió con un edificio que sigue en su
alineación la curva de la calle a la orilla del Sena, y que respeta las alturas
y dimensiones tradicionales.
El cuerpo
central del edificio –aunque vuelto hacia la universidad vecina– se distancia
de ella por una amplia plaza pavimentada; una profunda hendidura que separa
ambos cuerpos, practicada en un supuesto eje orientado hacia Notre Dame, da
acceso a las exposiciones temporales y desemboca en el patio interior cuadrado;
el extremo más occidental del edificio deja transparentar el volumen blanco
cilíndrico de la torre de los libros de la biblioteca.
El edificio acentúa elementos arquetípicos de la arquitectura árabe
tradicional: la interioridad, el tratamiento de la luz mediante bastidores y
filtros, y la superposición de tramas. La fachada meridional es el mejor
ejemplo de esta doble fidelidad, pues reinterpreta una serie de figuras
geométricas frecuentemente utilizadas en la cultura árabe, dándoles la forma
contemporánea de diafragmas móviles, muy similares a los de una cámara
fotográfica. El juego espacial relacionado con la expansión y la contracción;
la sala hipóstila que evoca las grandes mezquitas, y un profundo sentido del
uso de los reflejos, las refracciones y los efectos de contraluz, proporcionan
cierta magia a este lugar.
El IMA tiene un total de once plantas situadas sobre el nivel del suelo y
tres subterráneas. La parte norte tiene un total de nueve. Son generalmente de
poca altura salvo las que son dobles. En algunas salas hay pisos con dobles
alturas, altura y media, partes con terrazas, y entrepisos, como es el caso de
la biblioteca y la cuarta planta de la parte norte, donde hay un pequeño
voladizo y terraza. El hall del edificio está en el centro de la planta baja de
la parte sur, delimitado por cuatro pilares de hormigón armado. En él están las
escaleras y seis ascensores, los cuales forman un hueco diáfano que asciende
por todos los pisos.
En la parte del museo, la zona norte, hay lugares donde el techo baja
bastante. Su función es poner las piezas del museo. A partir de la cuarta
planta, ambas partes del edificio se unen por una franja en la parte este,
además de haber dos pequeños puentes situados a distintas alturas. Es en este
piso donde, en la zona este, el hueco divisorio de las dos partes se cierra
formando un patio cuadrado en el que hay plantas en macetas. En las plantas
subterráneas hay un amplio auditorio y salas de exposiciones temporales. Estas
dependencias se extienden bajo la plaza situada al sur de la parte elevada del
IMA.
Nouvel tuvo ante sí la tarea de desarrollar una propuesta que, expresando
un lenguaje contemporáneo y vanguardista, contuviera elementos que lo hicieran claramente
identificable como un edificio ligado al arte islámico. Sin embargo, debía ser
un edificio europeo, sin caer en la copia literal de iconos musulmanes, tal
como lo hizo, por ejemplo, la Gran Mezquita de París.
Para ello el arquitecto fusionó ambos estilos, contemporáneo e islámico, dentro del mismo edificio. Hacia el río la fachada contiene componentes más típicos de la arquitectura occidental, líneas sobrias trabajadas en acero y cristal (materiales predilectos de Nouvel) y que reflejan el paisaje ribereño.
Las ventanas más interesantes del IMA son las de la fachada sur. El tamaño
y forma de los cristales es exactamente igual que los de la fachada norte solo
que, en este caso, cada cristal cuadrado tiene una serie de células
fotoeléctricas semejantes al diafragma de una cámara de fotos que se abren
cuanto menos luz exterior reciben y viceversa. En cada ventana hay una célula
fotoeléctrica central más grande que el resto, y otras más pequeñas, de dos
tamaños distintos, dispuestas geométricamente en el vidrio. La apertura y
cierre de estos elementos dan lugar a figuras geométricas muy parecidas a las
presentes en la decoración de edificios árabes llamadas "mashrabiyya".
Los dispositivos son una representación abstracta pero
al mismo tiempo evidente que se asocia a la filigrana usada en construcciones
musulmanas, la cual permitía ventilación y vistas, pero manteniendo la
privacidad de los recintos.
Nouvel, retoma el concepto de limitada exposición al exterior y transparencia de la arquitectura árabe y lo potencia con una propuesta altamente tecnológica, lo que permite que el interior goce de un espectacular manejo de la luz.
La fluidez espacial interior se ve favorecida por el intrincado juego lumínico
proveniente de la fachada.
Como contraposición a la meticulosidad de la cara exterior, los espacios interiores han sido trabajados de una forma mucho más sobria.
Este edificio fue galardonado con el Premio Aga Khan en 1989 por constituirse en un "puente entre las culturas francesa y árabe".