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I CONDO NEW YORK



I CONDO NEW YORK de Jana Leo y Simon Lund es un libro visual y de ensayo.
Una apreciación sobre la manera en la que vivimos en el siglo XXI. O, en otras palabras, la casa, el piso o el bloque dice mucho del sentido de la vida en la ciudad.

El proyecto documenta un caso de estudio concreto –la drástica transformación de la ciudad de Nueva York que se da con una nueva tipología de bloque de viviendas, el condominium. Con carácter universal, gran parte de las teorías sobre el amor, la arquitectura y las formas de propiedad se pueden aplicar a cualquier ciudad. En realidad se habla de la vida en comunidad en la ciudad y sus diferentes connotaciones: utopía, marginalidad y lujo. El documento fotográfico está realizado por Simon Lund, y el texto teórico por Jana Leo.

A nivel histórico, se analiza como el ideal de casa en los Estados Unidos –la vivienda unifamiliar de la periferia residencial o “suburbia”– se extiende ahora al apartamento-condominio y cómo la idea de libertad ha pasado de ser asociada a la "unidad" a serlo a la "retirada". El énfasis ya no está en un grupo de personas, bajo un techo único, la familia sino en una pareja apartados pero a la vez cerca del mundo. La vivienda de la periferia residencial requiere largas horas de transporte y lleva tiempo y esfuerzo de mantener. La vivienda unifamiliar, que fue la célula mínima de comunidad, llena de actividades, ahora aparece como una carga. Las nuevas construcciones residenciales, los condominios se anuncian con la imagen de una pareja ociosa: personas en pose inactiva, sentadas frente a una bebida o recostadas en un sofá que más que descansar parece que se han retirado del mundo real.

En los años setenta, la libertad se manifestaba en la relación con el otro y la participación en el mundo. En el amor y el sexo ser parte de lo otro no sólo del otro, era la máxima expresión de la libertad y de la civilización. Ahora, la libertad se manifiesta a través de la falta de compromiso, el amor está aún allí, pero entendido en términos económicos: posesión y adoración, el amor es un bien que algunos utilizan para medir su nivel de éxito.

Para que una vivienda sea una casa, debe ser fácil salir y volver a ella. Si la casa tratara de dar fuerza a una persona, proporcionándole tanto la libertad y las raíces y no sólo imágenes de las mismas, entonces las reglas en la construcción y venta darían prioridad a los valores de conexión y libertad sobre las ganancias. En un nivel práctico, si la casa se considerara un verdadero vehículo de un sueño no sería tratado como cualquier otro producto regido sólo por las leyes del mercado. La casa es en realidad un producto de prioridad en la economía, para las constructoras, para quienes compran como inversión y para los agentes inmobiliarios.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno!